sábado, 23 de abril de 2016

Capítulo 13 - Un ojo abierto

Capitulo 13
Un ojo abierto

6 de Septiembre de 1984

Querido John, sigo empeñada en buscarte. Me dicen que posiblemente no os encuentre, que me haga la idea de ello, pero por más que intento hacerlo, no puedo. Cuando creo que estoy preparada para asumir que os he perdido mi cabeza no responde y mi cuerpo no se mueve. Sigo teniendo visiones, recuerdos, que no se muy bien que son o que significan ¿se harán realidad? Todo debe ser producto del accidente, mi cerebro quedó dañado de algún modo y si no os encuentro jamás lo repararé.

Siempre tuya, cuida de mi pequeña. Os amo...

Julia.”

Con un ojo abierto y otro cerrado. Así empieza mi día hoy, un Jueves, con una parte dormida y otra despierta. ¿acaso importa el nombre del día de la semana? ¿Hace cuanto dejó de importar eso? Ya no seguimos un patrón, una rutina, un horario, ni unas obligaciones predeterminadas que la vida, día a día, nos obligaba a seguir. Ahora el calendario no importa, ahora sólo importa sobrevivir.

Desde que esto comenzó y fui consciente de todo lo que había cambiado mi alrededor, aprendí a dormir o descansar sin bajar la guardia, por que se que en cualquier momento un enemigo puede atacar. Ya sea vivo o muerto, enemigo o supuesto aliado, ley o anarquía... todo se puede volver en tu contra y atacarte cuando menos lo esperes y más confiada estés. Por eso hoy día sólo unos pocos seguimos aquí, sólo los supervivientes de aquel incidente de hace unos meses.

Hemos sobrevivido al dolor, a la pena, la tristeza, la traición, el tomar decisiones difíciles y el hecho de confiar dejándonos llevar por las apariencias o ideales que teníamos. El mundo cambia y tú, cambias con el mundo.

Miro a Jasper, dormido en el asiento trasero del vehículo viejo y destartalado que hemos cogido como reposo. Esta agotado y en su cara la pena y la tristeza es más que clara, aún con los ojos cerrados.
Miro por la ventana, observo el cielo y contemplo como la luz va iluminando el día, dando la vida al mundo que ya se está perdiendo. Saco de mi mochila el revólver, cuento las pocas balas que me quedan y me lo coloco en el cinturón. Me pierdo durante unos segundos en la foto de mi familia que guardo en mi macuto y salgo del coche despacio.

Durante un rato todo está tranquilo, ni enemigos, ni ruidos... el más puro silencio y el aire sucio y turbio me acompañan. Dibujo en el cristal delantero del coche mi inicial, “J” y me siento a esperar. Una hora, quizás dos, tres... pierdo la noción del tiempo. En este rato que se me hace eterno Jasper se despierta, se pone a mi lado, me mira en silencio incapaz de decir nada. Le ofrezco el espacio que necesita.

Casi debe ser medio día cuando a la distancia me parece ver alguien y arrugando los ojos intento seguirlo con mi vista. Pero es rápido, escurridizo y no logro verle bien.
Ordeno a Jasper que espere dentro del vehículo, que no se mueva, no haga ruido, que mantenga el arma en guardia por si debemos defendernos.

Cojo el revólver de mi cinturón, poniendo en su lugar mi hacha de mano y empuñando el arma de fuego avanzo hacía donde creo que está el sujeto sospechoso o lo que creo haber visto.
Silencio, pasos, hojas que crujen en el suelo al pisar que avisan de la llegada próxima del Otoño, nuevamente silencio. Esto me inquieta más que si salieran a asaltarme directamente.

Poco a poco, dándome la vuelta cuando me siento observada, me voy agachando camuflándome contra los matorrales que están a las afueras del puente. La vegetación me cubre, me ayuda, me hace pasar sin ser vista. Noto a alguien cerca, puedo oírle respirar de forma acelerada, pero es bueno, está oculto y no puedo verle, aún así le puedo oír y saber que está lo suficientemente cerca para escucharme a mi. Intento controlar mi respiración para no alertarle. Creo que lo tengo y sin pensarlo mucho me coloco tras el desconocido y le apunto.

  • Quieto. - despacio salgo de los arbustos y me pongo de pie sin dejar de apuntarle. - ¿Quién eres?
  • ¿Julia? - La voz me resulta familiar y veo que es una mujer. - ¿Eres tú?
  • ¿Lucy? - Bajo el arma poniéndome delante de ella y ayudándola a levantarse. - Lucy, oh dios. ¿Qué te ha pasado? Casi no te reconozco.
  • Han sido unos días difíciles – Me abraza mientras me mira de arriba a bajo. - Tenemos que hablar.
  • ¿Y los demás? Ven, acompáñame, hay un chico en uno de los coches esperándome.
  • Julia...
  • ¿Qué? ¿qué ocurre?
  • Bob...
  • No.
  • Está vivo pero ha sido mordido.
  • Dios no...

Miro al suelo mientras mi corazón se encoje de dolor. Ese hombre me salvó la vida, me enseño lo que sabía, cuidó de mi... le debo mucho.

  • ¿Dónde está? - Pregunto aún en shock por lo que acabo de oír.
  • No muy lejos de aquí. Le mordieron esta mañana en el brazo... - agacha la cabeza y aprieta sus puños con rabia. - he tenido que cortarle el puto brazo, Julia.
  • ¿Pero está bien?
  • Está perdiendo mucha sangre, necesita antibióticos y aún no sé si funcionará y no se convertirá.
  • ¿Y los demás?
  • Sólo quedamos Bob, Lily. Jason, Nick, Liam, Melinda, tú y yo.
  • Mierda. - Niego con la cabeza cerrando los ojos, recordando cada uno de los caídos. - Ven conmigo, iré por Jasper e iremos con Bob.
Corremos hacía el coche donde estaba el chico y cuando llego y le miro me siento orgullosa al ver que me hace caso en lo que le pido. Escondido mantiene el arma lista para disparar, tal como le pedí. Quizás Jasper no era tan niño como Shaun y yo pensábamos, quizás sólo necesitaba un empujón para mostrar la valentía y el coraje que tiene realmente.

Abro la puerta y al ver que soy yo se relaja, baja el arma y sale del coche. Cogemos nuestras cosas y nos vamos con Lucy, justo después de presentarlos a ambos.
El camino es silencioso, lleno de dolor, recuerdos rotos y de personas que nos acompañan al lado sin que les veamos. Compañeros, amigos, familiares que aunque no estén entre nosotros, siempre estarán en nuestra memoria.


Llegamos a una pequeña iglesia con las ventanas tapadas por trozos de madera roídos, el candado de la puerta parece estar oxidado, pero Lucy saca la llave y abre sin dificultad. Dentro puedo ver a mis compañeros que aun están vivos y como parte de la iglesia está destrozada. Los bancos ya no mantienen el relleno en los asientos, ha sido arrebatado, posiblemente, para usos que, en una vida normal, no tendríamos en cuenta. La luz que se cuela por las ventanas es escasa por culpa de los tablones. Manchas de sangre advierten de las víctimas o los heridos que han pisado estos suelos. Puedo ver como la casa de Dios no es más que un mero edificio más que no ha podido salvarse de este infierno.

Que irónico que Bob se encuentre debatiéndose entre la vida y la muerte en un sitio como este, en su verdadero hogar.

Me abrazo a todos, les hablo de Jasper, de Shaun, de lo ocurrido estos días, y pregunto por Bob. Entro en una pequeña habitación que posiblemente fue la estancia del sacerdote que daba misa y veo a Bob tendido sobre unas mantas en muy mal estado.

El suelo está lleno de sangre, vendas, trapos mojados en sangre y alcohol que apesta la habitación. Él está empapado en sudor, se revuelve en la vieja manta con el muñón fuera, con un aspecto horrible. Me acerco hacía él y me pongo de rodillas, posando mi mano en su frente y acercándome a su cara.

  • Ey Bob, me alegro de verte. -Abre los ojos poco a poco, sorprendido. - ¿Cuántas veces me has dicho que mantenga un ojo abierto y otro cerrado? No estás dando un buen ejemplo.
  • ¿Cómo te encuentras?
  • Como si me hubieran mordido en el brazo. - Y sonríe a pesar de todo. - Esto no funcionará.
  • ¿Cómo lo sabes? Sólo tenemos que cortar la infección, buscaré antibióticos, te curaremos bien y serás el capitán garfio del grupo.
  • Con Luis no funcionó.
  • Con él llegamos tarde, Bob. No fue capaz de decirnos las cosas cuando ocurrieron, quizás si hubiera confiado en nosotros seguiría vivo. Cojo pero vivo.
  • ¿Has encontrado a tu familia?
  • Aún no. - Meto la toalla que hay sobre el escritorio en el barreño con agua y se la pongo en la frente. - No sé donde más mirar.
  • Quizás debas cesar, Julia...
  • Jamás, Bob. Los encontraré.

Le beso la frente y salgo de la habitación aguantándome las ganas de derrumbarme. En mi mente aún veo su cara con la barba desaliñada y el gorro de lana que le cubría el pelo. Sus ojos azules llenos de fe se clavan en mi, pero no una fe sectaria, sino una fe de vida, esperanza y realidad. Algo que nunca pensé ver en un cura. Me niego a creer que esa persona haya desaparecido en unas semanas, y que sólo quede de él ese hombre que yace en el suelo muriéndose si no hago algo.
Se lo debo.

Voy donde están todos y les cuento por encima lo que pienso.

Sé que es una locura y que posiblemente no tengamos tiempo o que ya no haya nada para coger, pero Bob se muere. - Me paso las manos por el pelo y los ojos, apretando el puente de la nariz. - Necesito un vehículo, alguien que esté dispuesto a venir y... fe. Al menos por Bob.

Todos se miran los unos a los otros, asienten y me miran a mi.

  • Iré contigo.
  • Yo también.
  • Y yo.
  • Bien. Este es el plan. - Miro a Liam, Jason y Nick. - El primer punto de parada será la clínica veterinaria que hay a 7km de aquí. A un par de manzanas hay otra. Revisaremos las dos. Sé que los medicamentos de los animales son distintos pero en muchas otras ocasiones los hemos utilizado y nos han servido. Es menos probable que hayan desvalijado un veterinario que un hospital. <<El segundo punto será el Hospital. Tened en cuenta que allí no puede haber nada y que el número de zombis puede ser muy elevado. Además está más lejos. - Tomo aire para lo que voy a decir y finalmente lo suelto. - El último punto será... mi casa. Allí tenía varios botiquines y antibióticos.
  • ¿Estás segura? - Lucy me agarró del brazo.
  • Sí. - Respondí decidida. - Bien. En marcha, tenemos un amigo que salvar. Ah, Lucy – Me di la vuelta antes de ir por el equipaje. - Por favor, cuida de Jasper, ha perdido mucho.


Asintió y me retiré de allí unos segundos para recomponerme. ¿Ir a mi hogar, ahora? Aún no había tenido el valor de aparecer por allí. Demasiados recuerdos que me dañarían y no me darían respuestas.

Nos pusimos en marcha los cuatro y fuimos hacía la clínica veterinaria más próxima con alguna que otra esperanza.


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