Capítulo 12
Plan A o Plan
B
“30 de Abril de 1984
Querido John, espero que me perdones
por mi tardanza en escribir pero, han sido unos días muy duros.
Increíblemente duros y que si te contara por todo lo que estoy
pasando no creerías nada. Aún me cuesta creerlo a mi. Como he sido
manipulada, engañada y como he tenido que tomar esta dura decisión
que me pesará en la conciencia de por vida. Quiero creer que mis
visiones nunca se harán realidad... ¿alguna vez te hablé de ellas?
Quizás sí... pero no me acuerdo. Son imágenes horribles que me
cruzan la cabeza, me provocan sudores fríos y me hielan la sangre
mientras el pecho me bombea, creándome un dolor inmenso en el
corazón. No quiero que sea verdad, no quiero que se cumpla jamás
esa escena vivida en pequeños fragmentos. Intentaré no volver a
confiar, no ser tan estúpida, pese a que duela.
Siempre tuya, y cada vez más cerca,
os quiero.
Julia.”
Salimos camino a la armería,
esperanzados de que aún quede algo allí. No ha pasado tanto tiempo
como para que toda la ciudad esté saqueada. Llegará un momento
donde el orden se reestablecerá y tendremos que rendir cuentas ante
la justicia por nuestros robos. Pero ahora lo importante es
sobrevivir, apañarse y aguantar hasta que el ejercito traiga la
ayuda que según Jason, prometieron por radio.
Me apego a Bob e intento hablar con él
a solas, quiero aparentar toda la serenidad posible pero sé que en
el fondo, se me nota lo intranquila que estoy. Le agarro el brazo,
incitándole a que baje el ritmo en la caminata. Sus ojos se me
clavan y se que, quizás por su experiencia en confesión, sabe que
oculto algo.
- Suéltalo ya.
- Tengo que contarte algo, pero no se como hacerlo... tampoco quiero alarmar a nadie y sembrar un caos innecesariamente.
- ¿Qué ocurre? - Su expresión cambia radicalmente. - Me estás asustando.
- Es Samara. - Digo sin más dilación. - Me ha dicho esta mañana que siente no haberme dicho toda la verdad.
- ¿A qué te refieres? - Pregunta tan confuso como yo. - Su herida está sanada, si hubiera sido infectada ya nos habríamos enterado.
- Ese es el caso, no pude hablar con ella y la idea me reconcome por dentro. No tengo idea, Bob. No entiendo a que se puede referir por que no creo que una simple niña pueda tener mentalidad para mentirnos en algo más grave y preocupante.
- Mmm.... puede ser, pero también te advierto una cosa, Julia. - Se acercó más a mi oído. - Hasta lo mas inocente, aparentemente, puede ocultar algo horrible.
- Lo dices muy seguro...
- Verás Julia, cuando trabajaba como padre, en algunas ocasiones me llamaban de reformatorios, ya sabes, centros de menores, para ir a dar clases de religión, confesar e intentar que los chicos volvieran al buen camino. No creo que tengas idea de lo que puede hacer un niño cuando aún no es consciente del todo, o cuando cree que lo que hace está bien. Cuando su realidad se ve mezclada con la ficción de los videojuegos y la vida los empuja a tomar decisiones que creen correctas.
Escuchaba cada una de sus palabras sin
dar crédito a lo que oía. ¿enserio me daba a entender qué, sólo
por ser niños no debemos confiar?
- Recuerdo el caso de un joven en concreto. Charls, de 12 años de edad, mató a su hermano en un ataque de celos e ira. Su hermano menor le había roto uno de sus juguetes y la madre en lugar de castigarle pensó que Charls se lo inventaba para obtener uno nuevo, lo cual lo dejó sin juguete y castigado. Enfadado quiso asustar a su hermano y el final fue una verdadera desgracia.
- Oh dios mío... es horrible. - Estaba sobrecogida por la confesión de Bob y me llevé la mano al pecho, pensando en la idea de que Samara fuese una niña embustera con ideas oscuras, pero no, no podía entrarme en la cabeza.
- -Al suelo. - Susurró Bob cogiéndome del brazo. - Atentos a la derecha, cuento tres.
- -Zona izquierda despejada – Liam se acercó a nosotros agachado. - Seguidme por aquí, he visto un camino por el que podemos tirar para pasar de ellos, aunque es un poco más largo es más seguro, o matarlos, pero eso puede alertar a más si los hay.
- -Somos cuatro contra tres. - Pensé yo. - ¿No sería más seguro quitarlos y pasar por aquí?
- -Nosotros vemos tres, pero es posible que pueda haber más y el menor ruido los atraería.
- -Lucy tiene razón, Julia... pero podemos probar algo para ver cuantos hay. - Se quitó su mochila y miró en ella, sacando del macuto una botella de cerveza vacía. - Iros ahí detrás, escondeos.
Sabía que parte de su idea actual
traía consigo un objetivo; enseñarme a mí tácticas de
supervivencia y despertar mi lado estratega.
Observé con atención como lanzó la
botella al suelo cerca de donde estaban los zombis, mientras nosotros
estábamos ocultos sin hacer el menor ruido. Me di cuenta de la gran
utilidad de una simple botella de cristal vacía, como servía de
cebo incluso de distracción y poder comprobar cuantos de ellos
había.
Al estrellarse el cristal contra el
suelo los caminantes se alertaron y dieron la vuelta rápidamente
buscando la fuente del ruido que los había despertado de su estado
de distracción. Tres, cuatro, cinco y hasta seis aparecieron entre
los árboles del lado derecho de la calle, casi amontonándose unos
con otros intentando buscar algo invisible para ellos.
-Recuerda lo que te dije, Julia. Todo
puede ser útil, por muy inútil que pueda parecerte. Ahora que ya
sabes una de las lecciones de distracción creo que es mejor hacer
caso a Liam y tirar por el camino seguro, aunque éste sea mas largo.
Recuerda que venimos a conseguir suministros, no a gastarlos
innecesariamente.
Asentí, habiendo aprendido una lección
valiosa que me acompañaría a partir de ahora. Además pude
comprobar que no sólo las armas son necesarias, si no que como dice
Bob, todo puede servir, hasta una simple botella vacía.
Liam tenía razón y el camino había
sido seguro, aunque habíamos tardado una media hora más. Por el
camino tuvimos que parar varias veces y pensar un modo de pasar
intentando evitar la lucha contra los zombis. Pero lo logramos,
llegamos a la armería y el candado seguía intacto. Seguramente
dentro estuviera todo como lo necesitábamos, lleno y con suministros
suficientes para llevarnos, pero no había manera de abrir la reja.
Romperla iba a provocar ruido y eso significaba lucha, Liam intento
forzarla con unas herramientas, que no conocía, que llevaba en su
equipaje. Pero fue inútil y al final Bob sacó el arma y disparó al
candado que unía las dos rejillas de hierro.
Entramos y cerramos tanto la reja como
la puerta del local, taponando la entrada temporalmente con un par de
estanterías pesadas a modo de fortificación.
- -Eso los a alertado, pero no había nada mejor para poder entrar. - Confesó Bob mientras miraba a través de la persiana de tiras que colgaba en la ventana. - No son muchos, pero por el momento lo mejor es esperar, buscar lo que nos vayamos a llevar sin hacer ruido y cuando se marchen o se alejen un poco irnos de aquí. Me aseguraré que no hay otra salida antes de volver a cruzar esa puerta.
Se escuchaban golpes y ruidos extraños
como gruñidos al otro lado de las estanterías. Los zombis se
echaban una y otra vez sobre la reja de hierro que habíamos roto y
se desesperaban por entrar. Me pregunté como sabían que nos
encontrábamos ahí si no hacíamos ruido.
- -¿Cómo saben que estamos aquí? ¿nos han visto entrar?
- No – Me dijo Lucy mientras intentaba abrir los cajones cerrados con llave. - El olor los atrae, nos huelen, saben que no somos como ellos.
Tenía sentido lo que decía, pero
entonces, pasar entre ellos sería fácil. Bastaría con oler igual
de mal. ¿No bañarnos era una solución? Definitivamente no, jamás
lograría conseguir ese horrible hedor ni aunque pasara una vida
entera sin pisar un baño.
Me puse a buscar con los demás. Mi
prioridad era lograr encontrar unas llaves que abriera los cajones.
Seguro que ahí habría munición suficiente para llevarnos. Todas
las armas estaban en vitrinas o mostradoras de cristal cerradas con
llave también, pero eso sería fácil de obtener; un golpe y el arma
sería nuestra, aunque más ruido atraería más problemas.
Bob apareció y su cara no nos dejó
muy claro si era bueno o malo.
- -Tengo dos noticias, una buena y otra mala. ¿cual queréis primero?
- -¿cual es la buena? - Pregunté esperanzada.
- -Hay una puerta trasera que lleva a un patio. Ahí hay un coche que quizás tenga combustible y nos pueda servir para cargarlo con todo lo que podamos.
- -¿Y la mala es...?
- El callejón está lleno de errantes.
- ¿Cuánto es lleno?
- Una docena, puede que más.
- Joder... - Liam maldijo en silencio mientras forzaba uno de los cajones, encontrando una cajetilla de balas de escopeta dentro. - Quizás valga la pena la lucha, Bob.
- Quizás... Pero tampoco sabemos si el coche arrancará o tendrá combustible suficiente. No quiero gastar más de lo que nos vayamos a llevar.
- Osea que tenemos dos opciones – Dije poniéndome al lado de Bob. - La opción A que es esperar a que estos de la puerta principal se vayan, cargar lo que podamos y arriesgarnos a que venga alguien y coja lo que quede o... la opción B, salir por la puerta de atrás, matar los que podamos mientras cargamos el coche, arrancamos y ver si tenemos suerte de huir...
- Exacto. Lo cual ninguna opción es perfecta, pero haciéndolo con cuidado ambas sería útiles, ya que nos llevaríamos más de lo que hemos traído, siempre que no gastemos innecesariamente.
- Podríamos intentar atraerlos poco a poco, así acabaríamos con ellos cuerpo a cuerpo, sin tener que gastar munición.
Todos se miraron ante mi propuesta, la
cual era una locura, lo sé, ya que si en algún momento la puerta
cedía nos veríamos acorralados por ambos sentidos, tanto por
delante como por detrás. Estaríamos atrapados y en peligro.
- Podría funcionar... - Bob miraba a Lucy, la cual no estaba muy convencida con mi plan. No podía culparla por ello. - pero si no funcionara estaríamos completamente atrapados.
Al final decidimos tentar a la suerte y
probar mi absurdo plan. Justo en la puerta trasera empezó a sonar el
Walky de Bob, que había encendido hace unos minutos por si desde el
refugio se comunicaban como él dijo, cada dos horas.
- Bob, tenemos un problema.
- ¿Qué ocurre, Aaron?
- Samara no está.
- ¿Qué?, repite eso. - agarré el Walky de las manos de Bob y pregunté.
- Samara no está, a desaparecido. Y aquí hay alguien que la está buscando.
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