Capitulo 11
Hay que
luchar
"4 de Septiembre de 1984
Querido John...
Estos días se nos están haciendo
muy duros. Shaun a muerto y no puedo quitarme de la cabeza que su
último acto ha sido para salvarnos. Jasper está muy mal, ha entrado
en un estado de shock y culpabilidad que no le deja reaccionar a
nada. Me preocupa sus vanos intentos por sobrevivir... Casi le cogen
varias veces en estos dos días.
Me quedo sin páginas, otra vez,
intentaré buscar algún papel o cuadernos para poder seguir dejando
alguna miga de pan en el camino que te traiga de vuelta a mi. Por
favor, cuida de Emily, que no os ocurra nada a ambos.
Siempre tuya... os quiero
Julia."
Recuerdo cuando en otras ocasiones me
he quedado sin nada donde escribir, como cada uno de mis días se
hacía mas triste y vacío sin poder dejar para John una nota. Quizás
resulte inútil, lo sé, tras tantos meses de búsqueda no he logrado
dar con ellos. Pero confío en que mis palabras lleguen de algún
modo a mi familia.
Busco en mi mochila su foto, observo
mientras mis lágrimas caen como cataratas por mis mejillas la cara
de los tres, como fuimos felices allí, en aquel parque donde
solíamos ir los sábados para ver disfrutar a Emily.
Jasper está en frente de mi, sentado
en el suelo mirando al infinito, perdido por completo en sus
pensamientos, tristezas y batallas internas.
Hace dos días que dejamos atrás a
Shaun, que como un gran héroe nos salvó y nos dio la oportunidad de
huir de alli. Sin él estaríamos muertos los tres, sin duda alguna.
Avanzamos carretera adelante durante horas, sin un objetivo claro,
sin pararnos un sólo momento a tomar un respiro. Ni Jasper ni yo
podíamos decir palabra sobre lo ocurrido.
Esquivando varios muertos vivientes,
que casi le hieren en más de una ocasión por su dejadez, llegamos a
una gasolinera en la que las luces, en antaño habían brillado con
el neón más luminoso, estaban reventadas. La idea de estar saqueada
era evidente, aún así necesitabamos descansar, tomar un respiro,
asimilar la pérdida de Shaun y pasar un par de horas quizás ahí.
Los contenedores de combustible estaban
secos, las mangueras de estos arrancadas de sus lugares, las
papeleras tiradas por el suelo, todo lleno de papel, basura y bolsas
vacías de comida basura. Los cristales, tanto de ventanas como
puertas, tenían grietas que tapaba la suciedad.
Alumbré con la linterna cuando me di
cuenta que el atardecer no me dejaba ver nada a través del cristal,
observé desde fuera dando un rodeo mientras Jasper seguía con la
mirada perdida.
Me pareció ver un par de cuerpos
tirados en el suelo pero, desde mi posición, no se veía con
claridad si estarían muertos realmente. Empujé la puerta intentando
no hacer ruido, pero el chirrido de las visagras me hizo temerme lo
peor. Con los dientes apretados, la linterna en una mano y el hacha
en otra, entré en la gasolinera mientras el chico me esparaba fuera.
Ahí habían hecho una masacre, era
imposible que sólo dos cuerpos generaran el horror que prometían
las paredes, estanterias y suelos. La pared, que en una época estuvo
pintada de blanco, estaba cubierta de sangre, las baldosas del suelo
blancas y negras clásicas, estaban pegajosas, siendo consciente de
que lo que estaba pisando una vez estaba dentro del cuerpo de una
persona.
Vísceras, miembros, incluso partes que
juraría eran de algún cerebro, estaban por suelos y paredes.
Las estanterias estaban tumbadas,
testigos directos de varios forcejeos en una lucha intensa.
Fijé la linterna en el cuerpo que
yacía en el suelo junto a la ventana, bocabajo, imposible verle la
cara. Me agache despacio y abancé de la misma manera hasta el. Sin
querer arriesgarme más de lo necesario clavé el arma en su cráneo,
haciendo lo mismo con el otro muerto que había cerca del mostrador.
Entré en la pequeña oficina que había
junto a la caja fuerte con cautela, alumbrando todo a mi paso y
dejándome claro que poco iba a encontrar en este lugar.
Cuando comprobé que la zona estaba
despejada llamé a Jasper y le pedí que me ayudara a buscar algo de
utilidad. Pese a ser tan pesimista con los recursos que podía haber
encontramos algunas cosas. Forcé la caja fuerte, rezando para que
hubiera de todo menos dinero, y así fue. Una pistola y una caja con
16 balas de 9mm. Poco quedaba de los grandes estantes de
chocolatinas, patatas y frutos secos que solía haber allí, pero por
mínimo que fuera arramblamos con todo, incluso con unos paquetes de
chicles que estarían más que caducados ¿acaso importaba eso ya?.
En el despacho me apropié de un
abrecartas que había en uno de los cajones y lo guardé en mi bota.
Además, me hice con una pequeña agenda que aún tenía unas cuantas
hojas para escribir. Conseguimos algunas pilas, que no sabíamos si
estarían gastadas, y un pequeño marco para poner mi foto y que no
se gastara con el mal uso. Era todo cuanto tenía de mi familia...
quité la foto del dueño de esto, un señor de unos cuarenta y
tantos, con una morena preciosa que sonreía a la cámara y puse mi
foto. Lo guardé en mi mochila. Le pedí a Jasper, al ver que seguía
ido, que observara alguna revista y se distrajera un rato pero creo
que de poco sirvió.
Mientras tanto fui a los servicios,
esperando encontrar algo de utilidad. Al abrir la puerta el hedor me
echó para atrás, casi haciéndo que me tambalease y que perdiera el
equilibrio. Unas arcadas me inundaron desde el estómago hasta la
garganta y tuve que contener las ganas. Aún tras tanto tiempo seguía
impactándome ciertos olores horribles. El baño de señoras era un
basurero y antes de buscar algún botiquín o algo de utilidad,
decidí inspeccionar bien cada una de las puertas para evitar
sorpresas.
Estaban atascadas, quizás el óxido o
alguien que se había encerrado en un intento fallido por sobrevivir,
la había dejado cerrada. Tuve que forzarla, por lo cual el golpe
resonó y trajo con el la visita de muertos no invitados. Mientras
clavaba el hacha en la cabeza de un cadáver que intentaba comerme en
el baño que había abierto, por la puerta entraban tres zombis que
aceleraban su paso al verme. Con los brazos estirados y ganas de
saborearme, se me echó encima uno de ellos. Me defendí lo mejor que
pude golpeando con el hacha y usando de escudo el cuerpo, ahora sí
estaba sin vida totalmente, que tenía sobre mi. Tiré el cuerpo
hacía uno de ellos y conseguí que perdiera el equilibrio y cayera
al suelo, dándome ventaja y tiempo suficiente de matar al que estaba
de pie agarrándome por el brazo. Después pude eliminar al que
quedaba y descansar un minuto.
La respiración agitada, el corazón a
mil por hora y con un cansancio y miedo que me era muy habitual
últimamente. Rebusqué al fin en el baño y lo único que pude sacar
fueron un par de pastillas para la fiebre del bolso de uno de los
cadáveres y una compresa para esos días del mes. No había nada.
Los botiquines se los habían llevado como me imaginaba.
El cuarto de baño de los hombres más
de lo mismo, vacío, pero al menos aquí no había puertas que tirar
que alertaran a vecinos molestos.
Cuando volví con Jasper me senté a su
lado y le mostré la foto de mi familia. "Quiero encontrarlos,
Jasper, ayúdame". Me miró y me ofreció su mochila "llevatela,
Julia. Tarde o temprano acabaré como Shaun."
Sus palabras me llegaron al alma y me
encogieron el corazón. Agarré su mano y le pedí que me mirara a
los ojos.
- Hazlo por Shaun, no dejes que su sacrificio haya sido en vano. - apartó la vista de mi, aguantando las lágrimas.- Me pidió que te protegiera, y lo estoy cumpliendo, no dejes que su última voluntad quede en el olvido. Lucha por él, por ti... hazlo por mi Jasper.
- ¿Y si no sirvo para ésto? Él era el valiente de los dos, en mi grupo yo siempre fui el friki, el débil, el fracasado incapaz de hacer nada... ¿cómo esperas que todo eso cambie de la noche a la mañana?
- Por que yo te enseñaré. Te mostraré el camino como me lo mostraron a mi. Lo haré y lo harás por Shaun. Sé que era un hermano para ti.
- No puedo creer que le haya pasado esto, Julia... No puedo pensar en que Shaun... - Me abrazó echándose a llorar como el crío que, pese a todo este mundo cruel, seguía siendo. - ¿Cómo ha podido dejarme solo? ¿Cómo?
- No estás solo. Me tienes a mi y no te dejaré. Además, aún tengo un grupo con el que reencontrarme y una familia que recuperar. - Le cogí por los hombros y le miré a los ojos. - No te averguences por llorar, Jasper, no apartes la cara. Es un lujo que pocos pueden tener... el hecho de conservar su humanidad. Ahora ve y busca algún mapa en esa estanteria que nos pueda servir de ayuda, que ya no se ni donde demonios estamos.
Miré un mapa desteñido y medio roto
que me trajo, "Es el único que aún se entiende" me dijo
mientras me lo entregaba y veía mi cara de espanto. Lo abrí en el
mostrador e intenté situarnos buscando el nombre de la gasolinera.
Bien, al menos algo mejoraba, estabamos a un par de horas del puente
donde teníamos el punto de encuentro el grupo y yo.
Con un Jasper algo menos hundido y
sufriendo la pérdida de un hermano, más que un amigo, nos pusimos
en camino al día siguiente cuando los primeros rayos del sol
iluminaban tras las persianas metalicas, a punto de caerse. El camino
iba a ser duro, como siempre que íbamos a pie sin un vehículo que
nos diera un poco más de seguridad.
Por suerte el camino había sido lo
bastante tranquilo para poder llegar sin problemas. Los zombis que
nos encontramos ocasionalmente iban solos y pasamos de ellos sin
alertar a más.
Ya podía ver el puente a lo lejos, con
los mismos vehículos de siempre rotos y destartalados. Al fin estaba
ahí, en el punto de reunión y con la esperanza de encontrar a mis
compañeros. Pero sólo había unas letras en un espejo lleno de
suciedad, las iniciales de los que habían estado y que al no haber
nadie, se habían vuelto a ir esperando la llegada de alguno más al
día siguiente. Todo era cuestión de tiempo, esperar ahí como
siempre se había acordado.
Abrí el coche con cuidado y,
asegurándome que no había nadie dentro, le pedí a Jasper que
entrara. Pasariamos la noche ahí hasta el día siguiente para
reunirme con el grupo de una vez por todas.
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