miércoles, 13 de abril de 2016

Capítulo 10 - ¿Arrepentimiento?

Capítulo 10
¿Arrepentimiento?

20 de Abril de 1984
Querido John, hace unos días me encontré con una niña que me recuerda mucho a nuestra pequeña Emily. La pobre niña estaba sola, herida, había sufrido la pérdida de sus padres y no pude abandonarle. Quiero pensar que, al igual que yo cuido de esta pequeña de 15 años, tu estás cuidando, mejor aún a Emily.
Ansío el momento de poder buscaros como merecéis, sé que os encontraré y que estaremos juntos, pero por ahora debemos elegir muy bien nuestros pasos. He visto el mundo ahí fuera... es horrible mi amor, esto es... el fin del mundo.
Te amo.
Julia.”
  • Samara... - Acaricio la piel pálida de la niña y la observo gruñir en sueños. - Despierta, Samara.
  • ¿Mamá? - Creo escuchar y me quedo paralizada.
Siento un sudor frío, mi cabeza me da punzadas de dolor, como si una descarga eléctrica pasara por mi cerebro y se clavara en mí. “Mamá tengo miedo”. Veo a mi hija Emily aferrada a su peluche, como en las noches de tormenta, con lágrimas en los ojos y hago el amago de cogerla en brazos. Me falta el aire en el pecho, me oprime ver la imagen de mi hija con sangre, herida, en un camastro como este...
Vuelvo a la realidad cuando veo a Lucy a mi lado, con su mano en mi hombro y cara de interrogación.
  • Lo siento, yo...
  • ¿Estás bien, Julia? - Pregunta preocupada. - Samara ha venido a verme, estaba asustada por tu estado paralizado, según sus palabras.
  • He vuelto a tener otra especie de visión, Lucy. Mi hija...
  • ¿Visión? - Me acerca el botellin de agua y lo posa en mi mano. - ¿Crees qué tienes visiones del futuro?
  • ¿Tan extraño sería?, tras todo lo que hay en el mundo ahora, creo que esto sería lo menos raro de todo.
Veo a Lucy procesar mis palabras, repasarlas y analizarlas mientras me mira inquieta. Creo que hay algo que sabe y no se atreve a decirme. Todos siguen, a pesar de mi estado, con pies de plomo en lo referido a mi y mi familia. ¿Será qué saben algo que yo desconozco?
Me acerco a Samara y me pongo a su altura. Le acaricio la cara y sonrío con ternura mientras me siento culpable por haberla asustado. Mi instinto maternal está más desarrollado por esta niña, mi necesidad de encontrar a Emily se ve aumentada cuando estoy a su lado. Quizás por que me aterra la idea de que mi hija pase por este infierno.
  • -¿Estás bien?
  • Lo siento, Julia.
  • ¿Qué? Oh no, no lo sientas. Estoy bien y no es tu culpa. Verás, te contaré algo. - La llevé hasta la zona aislada y le ofrecí una bolsita de snack para intentar que se olvidara de lo ocurrido. - Hace unas semanas tuve un accidente, en el que perdí la consciencia y esta gente que ves aquí, me salvó la vida. Desde entonces he intentado volver a la normalidad, si es que esa palabra es posible hoy día. Quiero encontrar a mi familia, Samara, tengo una niña, Emily y un marido, que se llama John. Cuando estoy contigo recuerdo a mi pequeña y me duele pensar en que ella pase por todo lo que estás pasando tú. Es por eso que cuando algo me recuerda a ellos me quedo como en shock, por que vienen a mi mente imágenes o visiones de lo que creo que le sucede.
  • ¿Qué pasó en el accidente?, ¿por qué no sabes dónde está tu familia?
  • No lo sé. Me gustaría saberlo, pero perdí la memoria y todo lo que paso momentos antes lo he olvidado.
  • Lo siento. - Agachó la cabeza. - Y siento no haberos dicho toda la verdad.
Esta última frase me dejó realmente inquieta. Sin saber a qué se refería, bajé los ojos hacía su herida, curada y vendada, que iba progresando en la sanación. Mentirme sobre eso era algo imposible, ya que se habría convertido hace horas, y casi estaba completamente bien. Pero antes de poder preguntar nada más, Nick me llamó y tuve que terminar la conversación, no sin antes advertir con los ojos a Samara que más tarde la continuaríamos seriamente.
Nick estaba arreglando el “almacén de armas”. Una pequeña zona con una alambrada y una puerta con candado, en la que hay las pocas armas que tenemos. En ella se encuentran su mayoría, ya que cada uno de los miembros del grupo tiene un arma cerca, aunque el uso esté prohibido dentro del local por motivos obvios.
Una vez pregunté a Bob que de donde habían sacado todo aquello, como si para mi fuese un mundo en ese momento... ahora veo y creo que realmente es muy poco comparado con lo que hay ahí afuera. “Todo lo que hay es lo que recogemos” me dijo. Aclarándome que todo cuanto encontraban, estuviese vacío, lleno o con un par de balas, venía a parar aquí. “Todo tiene uso y nada es inútil, recuerda eso, Julia. Hasta lo más insignificante para ti o lo más inútil, puede hacerte un gran favor en el peor momento”.
Según el inventario cada vez íbamos más escasos de munición. Teníamos que salir a por más en cuanto nos fuera posible. Jason estaba intentando que funcionara la radio, pero su éxito seguía siendo el mismo de siempre en los últimos días. Nulo.
Pese a toda mi tristeza, mi incredulidad y mis ganas de buscar a mi familia, me sentía cómoda con ellos. Sentía que los conocía de toda la vida y que pese a estar en este mundo destrozado, podía ser útil, y ver el lado bueno de las cosas. Me sentía una más. Aunque aún estaba recuperándome de mi accidente, cada vez estaba mejor y más dispuesta a ayudar e integrarme, del mismo modo que pensaba que ellos me ayudarían a mi después con mi familia.
  • -Bien, ahora que estáis todos aquí, y mientras viene Bob, debemos tratar algunos asuntos de suma importancia. Siento deciros que las provisiones de munición están escaseando cada vez más. Actualmente tenemos más de pistola, que de ninguna otra arma que tengamos aquí, para apañarnos en unas cuantas salidas pero, si recibimos algún ataque sorpresa de esas cosas como el de la última vez... estamos muy jodidos.
  • -¿Habéis pensado en las armerías? - Comenté con cierta ilusión, sintiendo que aportaba algo.

  • Sí, y los demás supervivientes que haya también. - Bob se unió a la conversación. - Os traigo un mapa que he dibujado tras haber hablado anoche con Nick sobre este problema.
  • Tenéis que tener en cuenta una cosa chicos – Nick tomaba el mando tanto como Bob en esta charla y entonces recordé lo que me dijo, “aquí todos somos iguales”. - El mundo ahí fuera es un caos. La gente, que aún vive, está como loca por conseguir todo lo que sea hasta que pase esta epidemia, si es que pasa, salir en búsqueda de recursos es un peligro doble. No sólo están los muertos.
  • Como bien dice Nick, debéis tener en cuenta que si nosotros buscamos munición, comida u otra cosa de vital importancia, habrá más gente que lo haga. Pueden ser buenos pero... - Me miró y tragó saliva antes de continuar. - no todos serán así. Si antes de esta catástrofe el mundo ya era un lugar con almas descarriadas ahora es, posiblemente, mucho más.
Observaba a ambos, como intentaban elegir sus palabras con cuidado, pero aún así yo no era tonta. Había visto como actuó Nick en el bosque con Samara, su rechazo a que la trajera... sabía que desconfiaba de la mayoría de gente. Pero me sorprendía ver como Bob, un cura propiamente dicho, tenía esos ideales tan firmes del camino a seguir. ¿No se supone qué un cura te infunda fe y esperanza? ¿Dónde queda eso de las segundas oportunidades?
  • -Sé de lo que hablo. - Dijo como si me hubiese leído la mente. - He pertenecido a Dios desde que hice mis votos y por esa razón sé el mal que puede habitar en un momento desesperado.
  • -La cosa es clara, ante todo estamos nosotros mismos y nuestro grupo, proteger y cuidar, servir y ayudar, ser la espalda el uno del otro. - Nick se dio la vuelta y sacó unos walky talkis de una de las cajas y los dejó sobre la mesa, al lado del mapa. - Siempre que haya amenaza, apuntar y disparar.
  • -¿Qué? - Grité más alto de lo que quise. - ¿Esa es la solución? ¿matar antes de hablar?
  • -Julia, si te apuntan con un arma no puedes pretender tener una charla mientras te tomas una cerveza con ellos.
  • -Pero ¿y si van con la misma idea? ¿y si piensan que nosotros también somo el enemigo?

  • Hay un margen de confianza que se sobrepasa en el momento en que, sin bajar ellos el arma, te dicen que tires la tuya.
  • Julia – Me llamó Bob. - Piensa por un momento que vas con tu familia, tu hija, tu marido... te encuentras con un par de personas aparentemente buenas, como nosotros, pero con un arma en las manos que no están dispuestos a abandonar. ¿Qué harías?
  • Proteger a mi familia.
  • Bien, quedando claro lo importante pasemos al asunto que os a traído aquí. Hay dos walkys, por lo tanto uno de los grupos se llevará uno, el otro se quedará aquí para comunicarnos por si hay algún problema. Haremos dos grupos y cada uno irá a estos dos puntos marcados en el mapa. Son dos armerías cercanas, y posiblemente saqueadas, pero antes de ir más lejos...¿Quién está dispuesto a ir?
Vi como la mayoría levantaban la mano, y sin darme cuenta, yo había levantado la mía por inercia. Podía sentir los ojos de todos clavarse en mi, como si fuese una indefensa niña que no pudiera ayudar o reaccionar.
  • Quiero ir. - Dije decidida.
  • Está bien. Vendrás conmigo. - Terminaron de hacerse los grupos y Bob acabó diciendo – Aaron, Sofía y Sven quedaros aquí con Samara. Debéis vigilar y estar pendientes en todo momento por si sucede algo, si para el anochecer no hemos vuelto ya sabéis que hacer. Recordar encender el Walky sólo cada dos horas y en períodos cortos de tiempo. No andamos sobrados de nada.
Preparé el equipamiento, cogí balas, me despedí de Samara y su cara me mostraba sentimientos que me alarmaron. Quizás era arrepentimiento por lo que había dicho antes o quizás, simplemente era el miedo que una niña de 15 años podía tener en un mundo, donde los muertos volvían para devorarnos.

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