Capítulo 8
Trazando la
línea
“17
de Abril de 1984
Querido
John, os echo tanto de menos que mi cabeza me está jugando malas
pasadas. Tengo extraños dolores de cabeza, son fugazes, pensamientos
insólitos que se desvanecen al instante... ¿me estaré volviendo
loca? No se lo he comentado a Lucy, aunque sospecho que podría
ayudarme. Todo esto tendrá que ver con el maldito accidente... si
recordara que pasó todo sería mas fácil...
Os
encontraré, nada impedirá que me reúna con vosotros.
Siempre
tuya, os amo, Julia.”
Nos
había costado llegar, la cantidad de coches abandonados o
destrozados nos impedían ir con normalidad por la carretera. Por el
camino habíamos atropellado varias de esas cosas que intentaban
atacarnos. ¿Podría acostumbrarme alguna vez a eso? ¿A matar algo
que ya estaba muerto? Habían sido personas, yo era enfermera y mi
labor había sido ayudar a la gente, por ello trabajaba en un
Hospital. Cómo demonios iba a aceptar ésto así como así.
Me
bajé de la camioneta y observé con atención todo el lugar. Pude
reconocer mi coche a lo lejos, un Peugeot
205 Celeste, salido
el año pasado y que John se empeñó en comprar como si fuese un
niño pequeño deseoso de un gran juguete.
Alrededor
todo estaba destrozado, el coche había dado mínimo varias vueltas
de campana. Estaba boca abajo en el suelo, los cristales reventados y
había manchas de sangre por todas partes. En mi interior me
estremecí al pensar que era demasiada sangre para que sólo fuese
mía.
Cerca
de mi vehículo había varios muertos en descomposición, coches que
habían chocado entre sí o que habían sido abandonados con las
puertas abiertas y vehículos destrozados. Me acerqué con cautela a
los cadáveres que había tirados allí, temblorosa me agaché a
observar el poco rostro que tenían, con pánico por si serían
conocidos, por si eran de mi familia. Pude reconocer que no y un gran
alivio me inundó por dentro. Miré mi coche siniestrado y me agaché
intentando encontrar o recordar algo que me ayudara.
Mi
bolsa de trabajo estaba en el asiento de atrás que ahora estaba
cerca del suelo. En el asiento del copiloto estaba mi bolso abierto y
medio roto. Miré en la guantera y en las puertas esperando encontrar
algo más. Finalmente mire en la visera del coche y encontré algo
que me llenó de lágrimas. Una foto mía con mi familia. Sin dudarlo
la cogí y la mantuve en mis manos observándola. “Os encontraré,
lo prometo” dije, cogí el bolso y mi bolsa de trabajo y me puse de
pie. Guardé la foto con mucho cuidado como si fuese mi tesoro más
preciado ahora. Realmente lo era.
Dentro
del bolso aún estaba mi cartera con dinero y documentación. Estaba
mi teléfono móvil, algo completamente nuevo para mi... hacía poco
que había salido, era un DynaTAC 8000X. John se empeñó en tener
uno cada uno y comunicarnos así. Un atisbo de esperanza surgió en
mi y miré el móvil pero estaba apagado y ya no servía de nada. Si
no iba ni la radio mucho menos iba a ir este cacharro.
Dentro
de la bolsa de trabajo había el uniforme de enfermera, un botiquín
grande y algunos medicamentos fuertes, calmantes, barbitúricos,
sedantes, antibióticos... me pregunté por qué llevaba eso ahí,
nunca llevaba ese tipo de cosas. Siempre tenía el uniforme y el
calzado para el Hospital. Aún así debo reconocer que me vino muy
bien recuperarlo.
-Ey
Lucy, mira que he encontrado. - Me dirigí a Lucy y le enseñé lo
que había recuperado. - Nos vendrá bien pero...No he recordado
nada.
-Algo
es algo. - Me cogió de la mano.- Encontrarás a tu familia y
recuperarás la memoria.
-Pero
no lo entiendo. He visto casos de amnesia en un accidente y la
mayoría de veces no se tardaba en recuperar, y era transitoria.
-No
hace tanto que sufriste el accidente, Julia. - Me miró a los ojos. -
Es algo normal teniendo en cuenta todo lo que está pasando
actualmente, es mucho para procesar.
-Lucy.
- La miré a los ojos preocupada. - Últimamente he tenido fuertes
dolores de cabeza instantáneos y en cada dolor que me hacía apretar
los ojos, veía una imagen que me resultaba horrible y que no
recuerdo de nada. Es como si mi estuviera volviendo loca y me
imaginara las cosas. - Lucy estaba procesando lo que yo le decía.
-Como
ya te comenté pienso que tienes amnesia postraumática, pero si
continúas así debes contármelo por que esas alucinaciones pueden
deberse a algo más.
-¿Algo
más? ¿Algo preocupante? - No sonaba nada bien.
-Hay
muchísimos tipos de amnesia, Julia. La mas común es la
prostraumática que es debida casi siempre a un golpe por un
accidente o algo similar. - Me señaló al coche destrozado. - Tus
recuerdos acaban justo antes del accidente … - Me miró con
cautela. - Es por eso, por lo que al no haber nada más sospecho que
en un tiempo volverás a tener tus recuerdos. Sin embargo si hay algo
más que te pase por la cabeza debes contármelo, por que con tantas
ramas como hay puede ser otra amnesia y debemos tratarla con otros
miramientos.
Bob
se acercó a nosotras y nos interrumpió en la conversación. Estaba
muy agitado, con la respiración entrecortada, nervioso y con cara de
agobio. Nos señaló hacia lo que era su espalda y comprendimos que
sucedía. Zombis otra vez. Esas malditas cosas no se acababan nunca.
Con
lo imposible que era meter la furgoneta entre tanto coche, estaban
lejos de nosotros. Cogí mis cosas, que había soltado en el suelo
mientras hablaba con mi compañera, y salimos corriendo para los
demás. En poco tiempo se habían juntado como poco una docena de
errantes.
Eché
mis cosas en la bandeja de la furgoneta y armándome de valor fui a
luchar con mi grupo.
Ver
la foto de mi hija y mi marido me había motivado para luchar y
afrontar todo lo que hiciese falta. En ese momento en mi cabeza algo
hizo click. Ahora no era yo, no pensaba, sólo actuaba seguida por
mis impulsos de salir de allí y encontrar a mi familia.
Saqué
la pistola y dejé el destornillador en mi cinturón. Apunté y con
la mano temblorosa disparé. Para suerte y sorpresa acerté y Bob me
animó. “Muy bien Julia, así se hace”.
Era
claro que los ruidos los atraían por que al no poder atacarles
cuerpo a cuerpo la mayoría estábamos utilizando armas de fuego y a
cada rato parecían venir más.
El
grito de alguien nos alertó. No conocíamos esa voz, no era de los
nuestros. Buscamos el origen y vimos que al final de la carretera por
donde habíamos venido salía de entre los arbustos alguien. Esa
parte daba al bosque de la parte baja de la ciudad. Nos sorprendió
ver como una niña, de no más de 15 años, corría intentando huir
de 4 de ellos. Fui corriendo a ayudarle cuando Nick me agarró por el
brazo.
-
¿A dónde crees qué vas? - Me impedía ir mientras disparaba a uno
de ellos.
-
Necesita ayuda, la están persiguiendo.
-
No es nuestro problema y menos después de ver su pierna.
Observé
lo que decía. Estaba descalza y una de sus piernas estaba cubierta
por un vendaje con sangre.
-
Está herida, con mas razón tenemos que ayudarle. - Me solté de su
agarré y corrí a ayudarla. Esquivando una de esas cosas que
intentaba cazarme por el camino.
No
se si era la adrenalina o qué, pero no pensaba en ese momento más
que en ayudar a esa pobre chica. Apunté a sus perseguidores y
disparé. Uno cayó al suelo pero seguía no muerto y volví a
disparar, está vez acerté y la chica pudo respirar más tranquila.
Corrí
a por ella para traerla con nosotros y le pedí que se calmase.
- ¿Estás bien? - Pregunté - ¿Y tú familia?
- Estoy bien pero mi familia ... - Se echó a llorar muy muy nerviosa. - Caminábamos por el bosque buscando ayuda y un grupo de ellos salió de la nada y nos atacó.
- ¿Han muerto? - Agachó la mirada. No hacía falta respuesta. - ¿Tienes a alguien con quién quedarte?
- No. - Me miró con lágrimas que caían por sus mejillas. - No tengo nada, estoy sola.
Se
me partía el alma y no podía permitir que se quedara así, me
recordaba a Emily, tenía el pelo negro y piel blanca como mi hija.
La veía muy indefensa y dócil, muy triste y no era para menos. Por
ningún motivo podía dejarla allí tirada.
- No estás sola, vente conmigo.
Ambas
nos fuimos a la camioneta donde estaba mi grupo, ya sin zombis,
tranquilos, hablando entre ellos. Cuando me acerqué Bob nos miró a
mi y a la chica.
- ¿Cómo te llamas chica? - Preguntó sin quitarme la vista a mi.
- Me...Me llamo Samara. - Dijo entre sollozos.
- Vamos Bob, mira su pierna. - Nick se metió en la conversación mirándome con ira. - No nos podemos fiar de ella, puede transformarse.
- ¿Qué te ha pasado ahí, hija? - Bob hizo caso omiso de la idea de dejarla allí tirada. - ¿Te han mordido o arañado?
- No, me hice esta herida en el bosque es de una rama. Huyendo me caí y me la clavé.
- El vendaje está muy sucio. - Observé. - ¿Cuándo te la hiciste?
- Hace un par de días, antes de que mi familia...
- Bob, no podemos dejarla aquí es una cría. - Kevin intervino. - No duraría ni dos días.
- Cierra el pico Kevin, ¿cómo sabemos qué no nos está mintiendo para venir con nosotros?
- Enserio, Nick, podrías dejar de ser un capullo para variar.
Sospechaba
que entre ellos no iba muy bien la cosa hoy, pero me puse en medio
antes de ver como se peleaban. Estaba de acuerdo con Kevin y , la
había salvado yo y mi decisión era que viniera con nosotros. Yo era
parte del grupo y tenía una opinión que dar.
Hoy
había trazado la línea de lo que era mi vida a lo que era el mundo
ahora. Había matado y había decidido que iba a luchar. Me había
hecho parte de esta comunidad, ahora era una superviviente como
ellos. Eran mi hogar hasta que encontrara a mi familia y estaba
segura de una cosa, haría lo que hiciera falta por ellos. Pero entre
esta nueva Julia no estaba el hábito de abandonar a una niña. Aún
tenía humanidad como para saber que no debía hacer eso.
- Nick... - Le miré con desdén. - He salvado a esta niña y no voy a permitir que muera aquí por que tú no quieras llevarla.- Notaba como todos me estaban mirando ahora a mí. - Si yo estoy con vosotros, ella estará conmigo.
- Como tu quieras. - Me miró sonriendo. - Que rápido has despertado Julia, con lo delicada que parecías.
Respiré
aliviada, la adrenalina fluía por mis venas desde el momento que vi
a esta niña en peligro.
- Samara – La cogí de la mano. - ¿Había más zombis donde estabais?
- No. Sólo los que vinieron detrás de mi, los demás murieron.
- ¿Hay algo que quieras coger antes de irnos?
- No hay nada de valor, lo perdimos todo.
- Bien pues entonces … - Miré a Nick. - ...si los demás no tienen impedimento te vienes con nosotros.
Bob
me miró y asintió. Por la cara de los demás supuse que estaban de
acuerdo y que Nick pese a como se había puesto estaba aceptando la
idea de que Samara viniera a nuestro refugio.
Llegamos
pasadas las 7 de la tarde al local. Miré mi reloj y me empecé a
hacer a la idea de que pronto no funcionaría. La pila se acabaría
algún día y a menos que tuviera posibilidad de cambiarla no me iba
a jugar la vida por saber la hora.
Cuando
entramos le señalé a la niña que se fuera a mi camastro. “Ahora
iré yo, tumbáte mientras” le dije. Me fui y hablé con Bob sobre
el asunto.
- Bob, ¿Podemos hablar?
- Claro, ¿Qué pasa?
- Yo... Lo siento, no quería aparentar mas derechos de los que tengo.
- ¿A qué te refieres? - Realmente no entendía nada de lo que le decía.
- Antes, cuando quise traer a Samara. Se que tú eres el líder y que soy la última que ha venido y no tengo derecho a cuestionar tu autoridad.
- Julia.- Me miró sonriendo. - ¿Crees qué yo habría dejado a una niña abandonada?
- A mi no me abandonaste desde luego.
- Tú puede que me veas como un líder, pero aquí todos tenemos los mismos derechos y si no estás de acuerdo con algo debes decirlo, si estás en desacuerdo debes aclararlo y en ningún momento he sentido un desacato. - Aclaró sonriendo. - ¿Qué has encontrado en el coche?
- Mi bolso, una foto de mi familia y una bolsa de trabajo. Tenemos medicamentos y utensilios extra.
- Quizás debas echar un ojo a su herida. - Me señaló con la vista a la chica. - No está de más saber que tipo de herida tiene.
Aunque
no lo dijo con esas palabras, sabía que se refería a una mordedura
o arañazo que nos pudiera poner en peligro. Hice caso y me fui a mi
zona de descanso a echar un ojo a la herida de Samara.
Retiré
el vendaje y a simple vista estaba muy infectada. No lograba entender
como esta chica había podido huir con semejante infección. Tenía
mal olor y mal aspecto.
Respiré
aliviada por que nos había dicho la verdad. No era un bocado ni nada
que ver con esos odiosos muertos vivientes.
Le
limpié la herida, se la desinfecté y suturé, le vendé la pierna y
saqué de mi bolsa unos antibióticos que tenía, le acerqué mi
botellín de agua y le pedí que se la tomara, que le sentaría bien.
- Será mejor que duermas, te pondrás bien.
La
dejé dormir en mi camastro y me centré en mis cosas, las que había
encontrado. Me pregunté varias veces por que llevaría tantos
medicamentos ahí cuando no era lo habitual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario