Capítulo
4
Confesiones
Confesiones
"15
de Abril de 1984
Ya
han pasado dos días desde que despertó en mí la desconfianza por
estas personas, aunque hay cosas que me despistan y me dejan ver que
quizás no son tan malos como yo pensé. Te extraño John, hecho de
menos a nuestra hija y a ti y no sé cuánto podré aguantar sin
veros. Me encuentro muy bien, apenas siento dolor alguno y mis
heridas están casi curadas. Si todo marcha así de bien pronto
saldré a buscaros.
Bob
me ha dicho que quiere hablar conmigo, que es importante.... me
inquieta esa confesión.
Esperadme
donde estéis, iré por vosotros.
Siempre
tuya, Julia."
Cierro
mi diario, lo guardo en mi mochila y me pongo de pie. Miro mi nueva
"maleta" y pienso en lo que me dijo Bob, "Te hará más
falta de lo que piensas" me comentó. Aún no entendía el
porqué. Me dirigí hacía donde él estaba y llamé su atención
dando unas palmaditas en su hombro.
-¿Querías
hablar conmigo, Bob? -
-¡Julia!
- Me nombró con entusiasmo.- Me alegra que estés dispuesta, pensé
que después de lo del otro día seguirías algo descontenta.
-Tengo
un arma que no dudaré en usar. -Respondí con una broma.
-Estoy
seguro de ello. Ven, iremos allí.
Bob
me señaló a la parte mas deshabitada del local. No sabía si me
arrepentiría después pero, comenzaba a confiar en ellos. Se habían
portado conmigo de la mejor manera que han podido, me habían
proporcionado alimento, agua y un arma para defenderme. No podía
quejarme y menos aún después de curarme de mi accidente.
Le
seguí hasta donde me había señalado. En su cara noté cierta
preocupación y sabía que el tema que tocaríamos no sería muy
agradable. Quizás quería que me fuera o quizás insistiría para
qué me quedara y pensaba en mi negativa. Dejé que hablase antes de
montarme mis propias películas.
-Verás
Julia, el tema del que quiero hablarte es delicado. Has perdido la
memoria desde el accidente y me gustaría saber que recuerdas antes
de que te encontráramos nosotros.
-No
recuerdo nada, Bob. -No entendía por qué me hablaba de eso. -Sé
que tuve un accidente por que me lo contásteis vosotros pero no
recuerdo nada. Ni que coche llevaba, ni donde fue ni por qué pasó...
nada.
-Muy
bien. -Le notaba muy nervioso. - ¿Qué es lo último que recuerdas?
-Lo
último... - Mi mente intentaba encontrar respuesta. - Creo que lo
último que recuerdo es que tenía que encontrarme con mi marido.
-¿A
qué te dedicas, Julia?
-Soy
enfermera en el hospital general de Bloodway. - Noto como la cara se
me hiela. - Dios mio, mi trabajo, ¿cuánto llevo sin ir?
-¿Qué
mas recuerdas? - Ignoro mi estado de alarma por faltar al trabajo.
-Recuerdo
un brote enorme de gripe. En el hospital recibíamos gente con
fiebres muy altas. - Recordé algo. -Estuve de guardia dos días.
Había un caos increíble en el Hospital, los enfermos entraban en
estado grave de fiebre, casi todo el personal estaba allí y no
dábamos a basto.
-¿Recuerdas
algo de esa gripe?
-Sólo
eso. Los pacientes entraban con altas fiebres y con un estado de
ansiedad muy extraño. Incluso algunos eran agresivos, mordían y
teníamos que atarles. Le pusimos nombre a ese brote por que nunca lo
habíamos visto. Creo que le pusimos... fiebre rabiosa. Si, eso es,
le pusimos así por que parecía que tenían la rabia, estaban muy
alterados.
Hablé
con John, me pidió que fuera a verle por que llevaba dos días
haciendo guardia y yo necesitaba verlos, a él y a mi hija. No
recuerdo nada más, ni si llegué a verle o no.
Bob
me miró con una especie de nostalgia, intriga, pena e incertidumbre.
-Esa
gripe fue más peligrosa de lo que piensas Julia.
-No
te entiendo. -Por mi cabeza pasó la idea de que mi hija o mi marido
estuvieran enfermos y que no quisiera contármelo. Lo descarté, por
que no era posible que les conociera.
-Esa
gripe no era una gripe como la de un resfriado. Todo el que es
mordido se contagia, todo el que es contagiado muere, y todo el que
muere resucita.
A
estas alturas de la conversación no podía creerme lo que me estaba
insinuando.
-No
sabemos con exactitud cuando comenzó y donde se originó el brote,
hasta hace una semana y media la televisión y la radio nos mantenía
informados. De repente todo cesó y ahora no sabemos nada. Sólo
tenemos una vieja radio de policía de Jason.
-Bueno
no hay que alarmarse, seguro que hay alguna cura.
Bob
bajó la cabeza y me cogió la mano.
-El
motivo por el que no te queríamos contar nada era tu amnesia. No
queríamos forzarla mas de lo necesario para que intentaras recordar
por ti misma todo este asunto. Nos hablaste de John y Emily, tu
marido y tu hija, no sabias donde estaban y no queríamos entorpecer
tus recuerdos con lo que pasa ahora mismo.
-¿Por
qué me lo cuentas ahora? Vi a Nick con un arma y creo recordar que
Lucy dijo algo de eso.
-Nick
tiene un arma y todos la tenemos. No podemos salir a la calle sin
ella, no si queremos vivir. Esas personas que contrajeron la gripe ya
no son lo que eran. Muchos de ellos después de muertos han
resucitado y su único objetivo era devorar a alguien vivo.
-Pero...
-No sabia que responder, no entendía nada y no tenía palabras para
esta conversación. - No sé... no sé que decirte. Yo viví el
comienzo de la gripe en primera persona. Y había algo muy raro en
ella pero nada hasta el punto que me estás diciendo.
-¿Estaban
todos con algún tipo de herida?
-Pues
no sé decirte, ahora no puedo caer en detalles pero sí recuerdo que
había dos o tres que tenían un bocado en alguna extremidad, aunque
no sangraba ni parecía grave, por eso no nos percatamos de ello.
-Se
trasmite así, alguien infectado te muerde o te araña y estás
jodido.
-Pero
no tenían infección en esas heridas.
-Una
vez te arañan o muerden no necesariamente tiene que haber infección
ahí. Es como un virus que te ataca desde dentro. Al menos eso
dijeron en la radio poco antes de que se cortara toda trasmisión.
-Pero
entonces... ¿hay alguna cura?
-Me
temo que por el momento no. Sólo puedo decirte que la ciudad está
plagada de esas criaturas y por eso no queríamos dejarte ir sin
estar curada.
No
somos enemigos Julia, queremos ayudar pero necesitamos que confíes
en nosotros, ya te he contado la verdad. Ahora mismo se que es mucho
para procesar pero tu que has vivido eso en el hospital no debería
sorprenderte.
-¿No?
Me estás hablando de Zombies. Me dices que gente que muere resucita
convertida en uno, eso de toda la vida han sido zombies. ¿Cómo
puedo creer eso?. -Le respondí incrédula – Confío en la ciencia,
seguro que hay una explicación lógica para esto y una cura.
-¿Estás
con nosotros, Julia? ¿O prefieres creer en la ciencia?. - Me miró a
los ojos, definitivamente decía la verdad. - Nosotros te damos
armas, suministros, y cobijo, aparte de que a esas cosas es mejor
enfrentarse acompañado. La ciencia ¿qué te da? ¿esperanza?
-Una...
cura...
-¿Quieres
ver el mundo ahí fuera? ¿Quieres ver qué cura hay? Te lo diré yo.
La única cura es un tiro entre las cejas. No hay nada más. Repito,
¿te da la ciencia esperanza? La esperanza no te salvará cuando una
de esas cosas se tire encima tuya para devorarte.
No
podía hablar y tampoco sabía que decir. ¿Cómo afrontar un mundo
de zombies cuando me estaba recuperando de mi accidente y no sabía
nada de mi hija y mi marido?. Mi familia...¿estarán bien? ¿estarán
a salvo? Ahora la incertidumbre y el dolor me inundaban aún más.
-Tengo
que ir a por mi familia.
-No
sabes donde están, no es seguro estar ahí fuera si no es necesario.
-Pero
es mi familia.
-Te
ayudaremos a buscarlos, pero deberá ser como yo lo crea conveniente.
-¿Donde
me encontrásteis?
-En
mitad de la carretera dirección a Wesbirl. ¿por qué?
-Esa
carretera está bastante lejos de mi casa... ¿seguro qué no iba
nadie en el coche?
-Sólo
estabas tu sola, cubierta de sangre, inconsciente, y hecha puré.
-¿Me
puedes llevar allí?
-¿Dónde?
¿a la carretera o a tu casa?
-A
la carretera, quiero ver el lugar del accidente, quizás recuerde
algo allí.
Me
puso mala cara no muy contento con mi petición, pero accedió y
asintió con la cabeza. Fui donde estaba mi mochila.
-Iremos
al amanecer, pero Julia...
-¿Si?
- Me volví.
-Prepárate
para ver el horror de BloodWay, nada de lo que recuerdas estará
igual. La sangre mancha las calles y el olor se expande por toda la
ciudad. No te separes de mi, confía en nosotros, lleva un arma y
sobre todo no dudes, cuando se te acerquen debes disparar o tú
morirás.
-No
sé disparar. - Confesé avergonzada.
-Lo
imaginaba, aún así... - Me señaló el cinturón. - Saca tu arma.
No
entendía lo qué quería hacer pero ahora confiaba en él, me había
contado la verdad y no había motivo para pensar que era un enemigo.
Le
extendí el arma cogiéndola del cañón. Vi que sacaba una parte de
la pistola. Y que me la devolvía.
-Cárgala.
-Te
he dicho que no se usarla. -¿Acaso jugaba conmigo? -¿Cómo voy a
cargarla? No sé.
-Tu
inténtalo. - Lo hice y a pesar de mi torpeza logré cargarla. -No es
tan difícil.
Examiné
el arma, repasando la simpleza de cargarla en mi cabeza.
-Dámela
de nuevo. - Ahora veo que la deja en varias piezas. - Antes de nada
esto es una 9mm, es una pistola simple, con un cargador de quince
balas.
-No
entiendo de armas.
-Lo
sé, por eso te explicaré lo mas simple que pueda el funcionamiento
de esta. Deberás recargar y eso lo tendrás que hacer rápido en más
de una ocasión. También tendrás que limpiar tu arma y para eso la
tendrás que desmontar. Mira este botón de aquí, si lo pulsas cae
el cargador. Ahora te voy a enseñar el seguro, ¿ves la corredera?
Yo
asentía pero se me hacía muy difícil entender todo esto de golpe.
Nunca antes había tenido la oportunidad de experimentar con armas.
Las había visto, John tenía un revólver en casa y sabía como era,
mas no lo había usado nunca.
Después
de un rato de explicaciones ya sabía recargar y asegurar mi pistola,
aunque no sabía desmontar y limpiar el arma pero tampoco había
urgencia en eso. "Lo importante y básico es la supervivencia,
Julia. De nada te sirve saber limpiar un arma si no sabes disparar o
no reaccionas para utilizarla", me dijo Bob.
Era
tarde, el sol se había puesto ya y al amanecer saldríamos hacía la
carretera donde tuve el accidente. Con esperanzas me aferré al cojín
desgastado para poder descansar, intentando procesar todo lo que
había descubierto hoy. Mañana podría tener pistas de mi familia...
eso me hizo muy feliz y una parte de mi saltaba de alegría, mientras
que otra se ahogaba en la preocupación al no saber si estarían
bien, asustada por lo qué me podía encontrar ahí fuera.
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