Capítulo
3
Líder
“25
de Agosto de 1984
Querido
John, ayer conocí a dos jóvenes en una de mis escapadas, sigo con
ellos aquí buscando el momento para partir en vuestra búsqueda. Uno
de ellos está herido y no puedo abandonarles así, al menos no hasta
que esté curado. He pasado la noche aquí cobijada en un viejo motel
abandonado, ¿Recuerdas nuestra Luna de miel? Me ha traído gratos
recuerdos este lugar de cuando hicimos nuestra excursión, la primera
noche que pasamos juntos en aquél motel de carretera cuando no
podíamos pagar nada más. Allí concebimos a nuestra pequeña Emily.
No dejo de pensar en mi niña, cuídala, promete que la protegerás
de todo lo malo que hay ahí fuera. No ceso en mi intento por
encontraros.
Os
quiero, siempre tuya, Julia.”
Levanté
la vista de mi libreta y miré a los dos jóvenes que descansaban
frente a mi, Jasper en la cama y Shaun en el suelo. Sentí lástima
por ellos, no eran adultos y sin embargo se les veía ya muy maduros
para sobrevivir ellos solos en un mundo como el que había ahora. No
debían de tener mas de veinte años, dieciocho o diecinueve a lo
sumo, y aún así ahí estaban luchando por su vida intentando
defenderse de los que antes fueron sus amigos y compañeros. Quizás
hasta había familia en la planta baja donde estaban encerrados, pero
no podía preguntarles eso y remover un dolor que posiblemente
intentaban tapar.
Pensar
en que mi hija podía estar en esa situación me aterró por dentro e
hizo que una parte de mi interior se rompiera en mil pedazos.
Un
ruido extraño me sacó de mis pensamientos, rápidamente me levanté
y espabilé a los chicos, sin hablar les advertí que estuvieran
callados y quietos, que no hicieran el menor ruido.
Cogí
mi arma y aprovechando la luz del sol que entraba por las ventanas de
los pasillos avancé despacio, no sin antes ponerme el hacha de mano
en el cinturón por si tenía que hacer uso de ella. En cuclillas fui
recorriendo el pasillo buscando algún indicio de donde provenía el
ruido, pero no encontré nada. Entonces caí en que había mas
plantas y que no sabía si habían mirado en todas ellas, volví
sobre mis pasos y pregunté.
-¿Habéis
registrado todo el motel? - Pregunté lo más bajo que pude.
-Sí.
-dijo- Aunque hay habitaciones a las que no hemos accedido aún.
-¿Qué
es lo que queda por registrar?
-La
planta de arriba, hay un par de habitaciones que no han sido
abiertas. La 209 y la 212. También está la planta de los trasteros
donde están la sala de mantenimiento del motel y el cuarto de
limpieza. Según el cuadro que había abajo no debería haber más
habitaciones.
-Estáis
en un refugio ¿Cómo no se os ha ocurrido mirar todo antes? - Esto
no me lo esperaba.
-Sólo
quedamos nosotros dos, cuando vinimos aquí hace cuatro días
veníamos con nuestro grupo. El líder, Walter, nos dijo que por
nuestra seguridad no hiciéramos nada por nuestra cuenta, que ya nos
mandaría él si fuese necesario. Pero nunca llegó ese día.
-¿Qué
le pasó a vuestro líder? -Me imaginaba la respuesta.
-Bueno
él se encargó de llevarlos allí, a la cámara frigorífica. Hizo
de cebo para Andrew, otros no podían andar o estaban medio
destripados mientras agonizaban, así que como líder del grupo se
ofreció para llevarlos y encerrarlos. Cuando llevó el último no se
percató de que el que una vez había sido Andrew se había caído al
suelo y antes de reaccionar le mordió en la pierna. Sabía que no
había solución y se quedó dentro. Al rato se escuchó un tiro y
suponemos que se suicidó.
-Está
bien, voy a subir. Quedaros aquí y apuntad a la puerta. Escucha
Shaun, Jasper aún está débil y no puede mover bien la pierna,
deberás estar atento a la entrada, a cualquier ruido que no sea el
mío. Cuando esté en la puerta daré tres golpes con la palma de la
mano. Los reconocerás.
-¿Y
si hay algo ahí arriba? ¿Enserio quieres ir tu sola?
-No
es buena idea dejar aquí solo a Jasper. Iré, echaré un vistazo y
si veo que hay más de la cuenta o algo va mal me volveré y ya
intentaremos algo.
-¡Julia!
- Me llamó Shaun.
-¿Sí?
-Siento
como te hablé ayer, estaba muy nervioso y no se en quién puedo
confiar.
Me
enterneció su revelación.
-No
es nada. Ahora vuelvo. - Sonreí antes de salir por la puerta.
Salí
de la habitación como lo había hecho antes, con mi pistola en la
mano y el hacha en el cinturón para una posible emergencia. Avancé
por la escalera despacio intentando hacer el menor ruido posible. Las
escaleras crujían a cada paso que daba y me hacía desesperarme cada
vez más.
Llegué
a la planta de arriba y busqué las habitaciones que me habían dicho
los chicos. 209 y 212. Estaban cerradas. Antes de forzarlas avancé a
la siguiente planta. Rebusqué en la sala de mantenimiento, y aparte
de olor a óxido, y sequedad no vi nada útil ni alarmante. En la
sala de limpieza no había nada de interés, salvo papel higiénico y
trapos tanto sucios como limpios. Tampoco había ningún enemigo. Al
ir al trastero vi un tablón de madera en medio de las dos puertas de
metal, me alarmó por que estaba cerrada desde fuera lo cual
preocupaba. Eran claros signos de que querían que lo que hubiera ahí
no saliera.
Acerqué
el oído despacio y no escuché nada. Arañé un poco la puerta para
despertar interés en lo que hubiera dentro, si es que lo había.
Escuché algo pero no parecía nada grave. Por más que me asomara a
los marcos de la puerta estaban teñidos de polvo y el “sólo
personal autorizado” lo tapaba todo. Quité el tablón de madera
despacio y lo dejé a mano. Me asomé muy lentamente por el filo de
la puerta intentando no llamar su atención por que sabía que había
algo ahí. Conté cinco, seis y hasta siete zombies encerrados. Todos
vestidos con la ropa o los restos de lo que parecía ser un uniforme
del motel.
Cuando
estaba cerrando la puerta se me calló el tablón de las manos y
alertó a los seres que no debían salir de ahí. Me puse nerviosa y
con torpeza intentaba impedirles que abrieran la puerta. Una mano
ensangrentada y putrefacta salía por el filo intentando cogerme, sus
compañeros de habitación gemían con interés por mí mientras se
acercaban. Conseguí poner la dichosa tabla y me fui a la planta
baja.
Pasé
de mirar las dos habitaciones que faltaban, no quería hacer más
ruido para no alertarlos más. Llegué a la habitación de Shaun y
Jasper y di tres golpes flojos en la puerta. Me abrió despacio y
entré. Por seguridad le pedí que pusiéramos algo tras ella.
-¿Has
encontrado algo?
-Siete
zombies en el trastero. Eran personal del motel, llevaban el
uniforme.
-¿Los
has matado?
-No,
tampoco sé si servirá de algo, están encerrados y no se si habrá
algo en ese trastero que pueda ser de utilidad.
-Te
ayudaré.
-Creo
que es más importante limpiar la cocina que el trastero, en ella
puede haber comida. De pura suerte encontraste una botellita de vodka
en una de las habitaciones, no tendremos esa suerte con los
alimentos.
-Son
nuestros amigos.
-Lo
eran, ahora sólo quieren comernos, no podemos hacer nada más. - Les
dije intentando ser comprensiva. - ¿Cuántos puede haber?
-Éramos
siete, así que...
-Tenemos
siete arriba y cinco abajo. - Suspiré intentando aclarar las ideas.
- Nuestra prioridad es la comida que pueda haber.
-Podemos
intentarlo y si se pone fea la cosa cerramos la puerta.
-Está
bien, pero no me gusta la idea de dejar a Jasper solo.
-Busca
algo con lo que podamos atascar la puerta desde fuera.
Cerramos
la puerta de la habitación de Jasper y pusimos delante un mueble que
había en uno de los cuartos cercanos.
Fuimos
a bajo y miré a Shaun... pude ver en su cara preocupación, pena,
nostalgia... una mezcla de sentimientos que no sabía describir, pero
que a muy a mi pesar, conocía perfectamente. No quise profundizar en
sus pensamientos y continuamos hacía la cocina.
-¿Tienes
arma de fuego? - Pregunté.
-Sólo
tengo 3 balas.
-Toma.
- Rebusqué en mi riñonera y saqué dos balas. No tenía mucho pero
mejor eso que jugarnos la vida. - Tengo mi arma cargada, cógelas y
recarga la tuya.
-Gracias.
-Sonrió.
Un
chico que hasta hace pocas horas parecía ser mi enemigo me estaba
confiando su vida a mi y dando las gracias.
-Lleva
la pistola con las dos manos, pero sujeta en la culata un cuchillo
para corta distancia. Si ves que te superan y no confías en el
cuchillo usa la pistola. Recuerda disparar a la cabeza y sobre todo
piensa que no son tus amigos, ahora son tus enemigos. - Advertí.-
Ponte al otro extremo de la puerta a poca distancia de ella. La
forzaré y comenzarán a salir.
Usé
la llave que había cogido en el mostrador y como seguía atascada,
usé el hacha de mano. Di la estacada a la barrera que nos separaba
de los muertos vivientes, acto seguido comenzaron a salir. Uno avanzó
hacía a mi y pude golpearle en la cabeza. Vinieron más. Uno menos,
quedaban cuatro, no parecía ser un problema. Pero me distraje cuando
vi a una de esas cosas acercarse a Shaun. Estaba perplejo,
atemorizado mirando al que se acercaba a él, no disparaba, no
actuaba, sólo retrocedía.
-¡Dispara
Shaun! ¡Maldita sea! Dale en la cabeza. - Grité pero no
reaccionaba.
No
me quedaba opción y disparé yo, pero descuidé mi retaguardia y
antes de darme cuenta tenía uno encima forcejeando conmigo. No tenía
armas, al tirarme al suelo salieron despedidas de mis manos. Le
agarraba del cuello intentando quitármelo de encima, quería
escapar, pero no podía, su boca putrefacta cada vez se acercaba más
a mi cara, podía sentir su repugnante olor y aliento acariciar mis
mejillas. Veía sus dientes podridos tan de cerca que pensaba en lo
peor. Sus manos muertas se clavaban en mi piel cada vez mas y
empezaba a sentir el dolor y el pánico. Forcejeando sólo conseguía
moverme de un lado a otro hasta que de pronto... escucho un tiro y el
zombie deja de tambalearse. Noto como la sangre cae encima mía.
Siento asco y alivio.
Shaun
había disparado y veía como las lágrimas caían de sus ojos,
posiblemente sin darse ni cuenta de ello.
-Gracias
Shaun. -Sonreí- Me has salvado la vida.
Aún
quedaban dos fuera que se iban acercando, mientras dentro estaría
uno que se escuchaba pero no se veía. Acabamos con ellos rápido,
uno para cada uno, golpe en la cabeza y dejaban de moverse.
-Enciende
tu linterna, colócala así. - Le mostré como lo hacía yo para
poder llevar la pistola con la linterna. - Ten el cuchillo a mano,
Shaun, nunca olvides eso. Aún te quedan cuatro balas. Apunta con la
linterna hacía el suelo, avanza despacio y no te despegues de mi.
Puede haber alguno en el suelo.
Como
me temía, uno se arrastraba hacía ami. El que no veíamos acercarse
a nosotros. Saqué el hacha y le rompí lo poco que quedaba del
cráneo.
Estaba
oscuro. Por las ventanas de la cocina no entraba luz, las persianas
estaban colgando y tapaban cualquier rayo que se atreviera a entrar
por el cristal. No escuché nada, no había nadie. Estaba despejado.
Me acerqué a las ventana y las abrí, quité las persianas para que
entrara la luz. Daban al patio, así que no había peligro de que
entraran zombies por ahí ya que se veía la alambrada intacta.
Necesitábamos mucha luz para buscar suministros. Ahora podíamos
respirar tranquilos. Shaun estaba en la cámara frigorífica mirando
al suelo.
-Este
era Walter. - ...- Se pegó el tiro y aún así se lo comieron.
-Fue
su deseo, quedarse aquí, encerrarlos....no podía hacer nada más y
optó por echarle valor hasta el último momento.
Aún
tenía el arma en su mano. La cogí y se la di a Shaun. -es mejor que
la tengáis vosotros, es vuestra- . Comenzamos a rebuscar en la
cocina y encontramos algunas cosas interesantes.
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